lunes, 26 de marzo de 2007

Los dolientes

15 lineas: relatos hiperbreves


Otro ser humano destruido por el cáncer; su agonía fue lenta, dolorosa. El velorio, aunque muy concurrido, careció de brillo fúnebre. En domingo inhumaron a la mujer víctima de la enfermedad. Regresando del cementerio, hubo reunión de los parientes más allegados a la que fuera centro familiar (hijos exclusivamente); tenían los ojos húmedos, los rostros compungidos. Subieron casi sin ruido a la habitación de la difunta: sólo se escuchaba el roce producido por varios pares de zapatos.


De súbito, la habitación fue invadida por figuras luctuosas. Ocasionalmente se oían murmullos, apenas perceptibles, que intentaban ser rezos, pero nada más. Por fin, el hijo mayor, después de visibles esfuerzos para tranquilizarse, habló con voz hueca: respetemos la memoria de nuestra madre, en su bondad, nunca quiso que sufriéramos. Los hermanos asintieron. Después, también siguiendo las indicaciones del mayor, todos comenzaron a hurgar en cajones de roperos y cómodas, entre los libros, debajo de los muebles, en el colchón y en las cobijas. Nadie lloraba.


René Avilés Fabila, "Hacia el fin del mundo"

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