Venga abuelos, otra vez será

Un casi-empate que es medio victoria y sabe a triunfo

Crónica redactada antes del partido

Por Javier Mtez de Zuñiga


Difícil era la papeleta ayer para la Brújula. Pardo se curó en salud y ya en la proximidad del encuentro se puso la venda antes de sufrir la herida: se encargó de atemperar a la afición y de aplicarle paños calientes para prepararla para la inevitable derrota; derrota, que todo hay que decirlo se vendió cara y fue casi por la mínima aunque para eso los profes tuvieron que gastar el poco calcio que les quedaba en las rodillas. Por que para calcio el de los yogurines que tenían enfrente: 2º de DAI, el terror de la semana cultural y una auténtica factoría del fútbol.



¿Programadores haciendo deporte?
Debido a los prejuicios muchos pensarán que los programadores no pueden ser, por definición, buenos deportistas en el mundo físico (no virtual). El concepto que se tiene de los programadores es de personas retraídas, encerradas en su mundo de orcos, elfos y magos de nivel 20, más preocupadas de sumar +5 de resistencia a su cota de malla que de conjuntar su ropa de calle. Cuando dices “ese es programador”, la gente imagina un tipo con camisa de cuadros, gafas medio rotas con cello, bolígrafos en el bolsillo de la camisa y capacidad para recitar las 20 primeras decimales del número PI. Pues nada más lejos de la realidad, puesto que 6 virtuosos del balón que encima corren que se las pelan no pueden ser una casualidad o una excepción en la regla. Aquí los tienen:

Aunque parecen unos inocentes donceles recién salidos de bachillerato, estos chavales tuvieron contra las cuerdas y manejaron a placer a la Brújula. Con dos baluartes de lujo como Jonathan y Xabi, y un grupo de jugones a los que no se les puede quitar el balón, los profes no pudieron sino aguantar las continuas e imaginativas acometidas al área. Es sorprendente incluso que uno de DAI lleve la camiseta merengue de Raúl y en lugar de pesarle como una losa le inspire. Pues bien, con Tux y Xabi repartiendo juego, Juan, Luis y Andrade liándola parda y un insolente porterazo que se aburría y subía hasta la divisoria la Brújula poco tenía que rascar. Ayer los que impartían magisterio eran los alumnos, y los profes solo podían contemplar y tomar nota. Para muestra, este video en el que se observa el manejo del balón e incluso el cañete que le meten a Abilio.

VER VIDEO(se oyen los juramentos de Pardo)

Un contrincante casi perfecto, con una brecha en la muralla: la autosuficiencia, tan propia de la edad.

Efectivamente, el partido no fue un paseo para los alumnos como aquel de junio, esta vez se lo tuvieron que currar mucho. Se tardó mucho en marcar, y tras medio partido el luminoso mostraba un 2-1 a favor de los alumnos. En el 3-1 la balanza se empezó a equilibrar a favor de los profes a base de insistir, llegando a un decisivo 3-2. Puede que los alumnos no lo sepan, pero de haber terminado 3-3 el partido se iba a terminar. No fue así, hubo incluso un gol en propia meta de Pardo e incluso metieron alguna más llegando a un claro 6-2. Por increíble que parezca, la entrada del Ortopédico en los minutos finales resultó decisiva para recortar distancias: un saque de banda suyo que Pardo transformo en cañonazo inapelable; él mismo dio un pase de la muerte al Ortopédico que este transformó con la tibia al más puro estilo Salinas y con la marca de la casa. 6-4 y no hubo tiempo para más.



El Caño Ibagaza Andrade
Ruiz Gallardón ya tiene una máquina para construir nuevas líneas de metro, se trata de Andrade el Tunelador. Desconocemos su pericia con el stick, pero en lugar de estar en el castizo San Antonio quizá debiera dedicarse al fútbol. ¡Qué cañetes le metió a Abilio! Por lo menos un par ¿no se lo creen? Vean vean, hacia el final del video… y fíjense en como Abilio pide a los medios que no lo graben, jojo.

VER VIDEO

Por cierto, Eneko volvió al equipo y aunque se perdió el partido, el resultado final fue bastante mejor que el del curso anterior, cuando estas máquinas eran 1º de DAI. Así pues, amigos de la porra, cuando toque 2º de DAI apuesten sobre seguro: ¡al negro nada!