martes, 22 de mayo de 2007

Ephel Duath + Negura Bunget + Bossk

Guturas en Underworld-Camden

nueva-imagen-9.bmpLa semana empezaba con la más que fuerte decepción por la cancelación del esperadísimo concierto de Unleashed + Belphegor, pero bueno, tras unos momentos de dolor e impotencia me consolé con el que iba a ser el siguiente concierto de la semana.

La noche apuntaba técnica, es decir, grupos con una importante carga instrumental, en los que la voz es un elemento “secundario” y en la que cada uno de los músicos es un poquito mejor de lo que generalmente suelen ser los músicos dentro de estos estilos, a los que acostumbro a ver en directo. Y es que le pese a quien le pese, dentro del Death Metal hay grandísimos músicos, con muchas horas de ensayo, mucha ilusión y sobre todo mucho talento.

La noche empezaba con unos extraños. Bossk! Grupo de un estilo de música al cual no estoy nada acostumbrado y que posiblemente encajaría mal dentro del Industrial.
El asunto se trataba de un batería, 2 guitarras y un bajo. En medio de un escenario, cada uno con 10 pedales para su instrumento (se entiende, guitarras y bajo) y una ejecución técnica y compleja, que dejo atónito al personal. Escuche sonidos que jamás hubiese imaginado podrían salir de una guitarra, con unos solapamientos impecables y unas melodías machaconas que te hacían reflexionar acerca de lo que es el ritmo.
Me dejaron sorprendidísimo, tanto por su perfección a la hora de la ejecución, como por su hipnotizador y extremo sonido.
El grupo daba caña y saturaba por completo la capacidad auditiva humana.
Como algo anecdótico, comentare que en la ultima canción salio el que posiblemente sea su cantante (supongo que no iran a partes iguales, porque tan solo apareció 5 minutos en el escenario) y se dedico a gritar a los cuatro vientos los que posiblemente sean los gritos mas rotos, marca venas de la frente e impresionantes que haya escuchado hasta el momento, vaya que el tío con 5 gritos que pego se quedo completamente doblado.

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Los siguientes no eran nada más y nada menos que los geniales Negura Bunget, grupo de Black Metal convinado con elementos Folk, que sin lugar a dudas me gusto desde el primer momento en el que escuche su primer disco.
Lo de estos rumanos es algo incomparable, se dedican a innovar instrumentalmente en cada disco que sacan y no me refiero a otra cosa más que al empleo de instrumentos típicos bien de su zona, como de otros típicos de otras zonas de la antigua Europa.
Antes de que empezara el concierto, pensaba que se dedicarían a samplear todas las partes que menciono (con instrumentos raros). Poco me costó darme cuenta que no, cuando vi que salían con una especie de cuerno de 3 metros de largo, un xilófono completamente rudimentario y una especie de txalaparta puesta contra la pared.
Se dedicaron a deleitar a los asistentes con la más que perfecta ejecución de los típicos instrumentos que en estos conciertos se utilizan, así como con sus instrumentos típicos que te tele-transportaban a épocas pasadas en las que el miedo a lo desconocido se convertía en historias para no dormir. Hicieron que todos fuéramos a la profundidad de los bosques de Transilvania para escuchar los mas desgarradores gritos de agonía e ira que el hombre ha sido capaz de soltar.
Concierto más que recomendable en el que se dedicaron a tocar temazos tanto instrumentales como vocales de todos sus discos, tal vez haciendo un especial hincapié en sus primeros larga duración.

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Y cuando todo parecia acabado, llegaba la banda de la noche. Esa banda que hace que el resto de bandas de la escena extrema se sientan pequeñas instrumentalmente hablando. Ephel Duath, este grupo no es otra cosa que 2 músicos de Jazz (estilo de música con una increíble calidad instrumental, el cual suele escuchar gente con cierta culturilla musical y gente que no la posee, pero gusta de tirarse al folio, haciendo creer a los que entienden igual de poco que ellos, que si saben sobre el tema) con unas inquietudes musicales lo suficientemente amplias como para llevarles a adentrarse en el mundo del Metal Extremo. Ahí estaba, el guitarra con sus cientos de pedales que inundaban el escenario, frente a frente con el que parecía su adversario a la hora de ejecutar con maestría su instrumento, la batería. Y es ahí, donde vi, algo que mis incultos ojos no habían visto hasta el momento; un batería con un atril para aposentar sus partituras. La batería de este héroe no era especialmente grande, pero era de una belleza sin igual, repleta de cromados y con platillos y bombos de tamaños nunca vistos en lo Extremo.
Pues ahí empezaron dando sonidos a nuestros oídos que jamás hubiésemos podido creer salían de un instrumento, sonidos que tal vez no podamos volver a escuchar (porque en disco son muy buenos, pero podría decirse que no valen un duro en comparación con su directo) en toda nuestra vida y que por ello guardaremos en un apartado fácil de alcanzar de nuestro poco desarrollado cerebro.
Ante toda esta demostración de técnica, buen gusto y sobre todo, diferente forma de entender la música, entro el que sin duda era el nexo entre lo Extremo y el Jazz, el cantante, que sin duda podría calificarse como verdadero gritón de escuela, puesto que el tío, no era capaz de hacer guturas que llamaran la atención, pero pegaba gritos acertados y que sabía acompañar con más que correctas respiraciones. Vaya, el tío era un crack, jamás destacaría como un cantante Extremo, pero con la combinación de tralla limpia que ofrecían sus compañeros y su escenografía acompañada de gritos aceptables, le convertían en el tipo perfecto para meter en los bolsillos del grupo a todos los asistentes.

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Sin duda la asistencia a este concierto fue una experiencia de carácter místico y es así como os la he intentado transmitir, no sin meter alguna que otra patadilla a la gramática y al diccionario, pero bueno…

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