Érase una vez, hace mucho mucho tiempo, un lector (de los buenos, de los asiduos) hizo un comentario demandando semántica respuesta a las tribulaciones de una amiga. Y aquí no atendemos en directo telefónico cual si de Empanadilla de Móstoles (Mostolilla de Empánoles) se tratara, pero atendemos. Este era el comentario:
Querida Sagra: Tengo una amiga que tiene un problema. No distingue la ironía, el sarcasmo y el cinismo. Con lo cual no sabe en qué momento se la están clavando, la inocencia es así. Ah! me gusta mucho tu pograma.
Como siempre, ahí está la Academia para aclarar las cosas. Y por una vez, y sin que sirva de precedente, lo hace. Atención:
Ironía: burla fina y disimulada.
Sarcasmo: burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo.
Cinismo: desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.
Sabido esto, podemos tener preparado un comentario con diferentes grados para cada situación:
Ante una ironía: ¡Ay, qué bromista es este Pepe!
Ante un sarcasmo: ¡Pepe, que te estás pasando!
Ante un hecho de cinismo: ¡No te jode el Pepe! ¡Será mentiroso y c...!
En fin, querida amiga, comunícale a la tuya que, o aprende a distinguir o lo mismo está dándole (o recibiendo) al vituperio 2 sin darse cuenta.
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