martes, 3 de noviembre de 2009

Venecia: donde siempre te pierdes algo

Diarios de motxileta (y XVI)

Quizá por la cercanía en el tiempo, quizá por la solidez del destino pero casi no he necesitado percutor que disparara este recuerdo. Si acaso un primer o último empujón de Bunbury & Vegas, que remirada, parece como si Venezia cantara a su mar: "jamás te recuerdo porque nunca te olvido, tu cuerpo fue la guarida favorita de mi cuerpo, y ahora tengo las arterias llenas de etcéteras y un corazón espartano y unas manos que creen en los milagros. Y al límite de un temblor de conspiración divina el rumbo de tus sueños coincide con mis pesadillas."

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Cada día desembarcan aquí/allí miles de turistas con tres horas para conocer la ciudad y cada día miles de turistas preguntan a lxs venecianxs (unos 60.000 empadronados) cómo llegar a la piazza San Marcos. Aunque sólo sea por hacer otras preguntas merece la pena que te quedes. Que te alojes, que residas, que la respires aunque sólo sea durante 3 ó 4 noches. De esa forma, al vivirla, al comenzar a conocerla, al respirarla te vendrán otras preguntas del tipo ¿Cuál es el mejor plato de su cocina? ¿Qué puedo tomar de aperitivo? ¿Qué no debo perderme?

El vaporetto

Otra de las razones por la que tomarse su tiempo para visitarla es que corres el riesgo de empapuzarte. Venecia en pocas horas, curiosamente en las mismas que eligen todo el mundo puede superar. Si te quedas, podrás pasearla, contemplarla o bien temprano o bien tarde y dedicar las horas duras (las del turisteo en masa) descubriéndola. Para ello es altamente recomendable sacarse el bono-vaporetto (de 24, 26, 48... horas).

Para que te hagas una idea el billete sencillo está por los 6€ y pico, el de 3 días sin límite de viajes 29. Toma la línea 1 y/o 2 para verla desde los canales, desde el mar y si tienes tiempo, suerte y/o paciencia procura colocarte en la parte trasera (al aire libre). La sucesión de escenas y potenciales fotos es inagotable. Además, el bono sirve para desplazarte a las islas contiguas y a las de la laguna. Ahí va una lista de posibles sitios, aunque aquí lo que verdaderamente vale no es lo concreto sino el tránsito, la zona, las sensaciones por acumulación:

Plan inicial

  • Reservar hotel desde casa, la página venere.com es seria y facilita las cosas. En nuestro caso Hotel Acca, céntrico, 36€ persona/hab triple/desayuno inc. (más barato, por ejemplo, que Iruña o Donosti).

  • Salir temprano, desplazarse en vaporetto, evitar las zonas más visitadas a horas de visita.

  • Comer de picnic (sobres de jamón, queso... traídos de casa y cervecita en tienda o carnicería Peroni o Moretti de 66cl a partir de 1,60€).

  • Cenar temprado y recogerse dando un paseo por las zonas más visitadas a horas de no visita.


Un día: Mercado Rialto-Ponte di Rialto-San Marcos-Vaporetto 2-Giudecca-Canneregio

Merece la pena ir temprano para ver el trajín de la descarga de frutas, frutos del mar y bebidas. Hay que reponer la despensa y Venecia no es que tenga mucho espacio para almacén. Cruzar el ponte di Rialto, dirigirse a la piazza San Marcos siguiendo el itinerario de las indicaciones amarillas. Dar una pasada a la plaza más llena que el mar de mar. Salir a las paradas del vaporetto (x donde las columnas del león), comprar el bono y comenzar a sacarle chispas, por ejemplo tomando el nº2 y haciendo una turné. Puedes pillar la dirección contraria a la que has hecho caminando y volver a pasar por Rialto dando la vuelta y viendo desde el mar la entrada que Venecia tiene por tierra.

En nuestro caso paramos en Giudecca, tranquila, el paseo por el borde brinda vistas de la isla grande. Aprovechamos la ocasión para sentarnos a la sombrita al lado de una fuente desenfundar el jamón y el queso y acompañarlo con el pan de Venecia (no muy así pero bueno) y una cerveza o un refresco comprado en una carnicería. Tras esto el cuerpo, al menos el mío, agradecerá un machiatto en el banco (la barra), que si no el precio se puede doblar fácilmente. Luego montar de nuevo en el vaporetto y una parada o dos, según después descender en San Giorgio (islita pegada). Vistazo y de nuevo vaporetto.

Si es posible por la combinación no bajes de nuevo en San Marcos, continua hasta casi Ferrovia y haz trasbordo en la nº Cannaregio (parada Orto). Desde allí recorrer las calles y callejuelas. Oportunidad de ver el antiguo gueto judío. Luego poco a poco recogerse para bus

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car sitio donde cenar. En nuestro caso en campo San Polo, al lado del hotel, teníamos la Birraria la Corte, una antigua fábrica de cerveza que es ahora un tremendo restaurante-pizzeria. En contra de lo que parece lo recomendable es pedir algo cal (materia prima del mar) acompañado de proseco de la pipa (a granel) en formatos 25, 50 y 100 cl. (rico, rico y bien de precio). Nosotros aconsejamos los mejillones, las ensaladas y el mix-tempura de frutos del mar. Dicho de otra forma no es recomendable la pizza y la cerveza (no por mala, sino porque resulta comparativamente más cara)

Otro día: Ferrovia-Murano-Burano-Lido-Giudecca-San Marcos.

Islas y poblaciones de la Laguna, al menos Murano y Burano. Murano por el paseo y las fábricas y tiendas de vidrio y el picnic con cervecita fresca en alguno de los bancos junto al faro. Burano también por el viaje en barco, el paseo y por lo distinto. Isla pescadora con canales escoltados por una procesión de casas de colores alternos.

Lido elitista y ¡con tráfico! Playas privadas gestionadas como clubes tipo piscina. No merece la pena pero puedes hacer una parada de camino a San Marcos (al regreso de Burano) y comprobarlo por ti mismx. Así puedes hacer un trasbordo más tranquilo (de todas formas lo tienes que hacer en el ajetreado San Marcos) e ir directamente al siguiente destino Giudecca. En nuestro plan inicial hablábamos cenar pronto y aquí tienes una ocasión. I figli delle stelle, ofrece cocina con buena materia prima, atención, no es del todo caro (30 y algún € por aperitivo -spritz- primero compartido, segundo de frutos del mar, proseco en cubitera y machiato) y unas inmejorables vistas a dos bandas al oeste la caída del sol y casi de frente San Marcos.

Al terminar, agarrar el vaporetto a San Marcos y pasear por la piazza de noche de camino al hotel. Ah! Y en cualquiera de los paseos puedes encajar la visita-paseo el barrio de Castello, sobre todo la parte más alejada, allá por la Dársena. También, y casi mejor, puedes ir escribiendo tu visita a Venezia a tu bola. De cualquier forma merece la pena sudarla.

En fin

En Venecia sus calli (callejones) devuelven ampliados los murmullos y los besos. Es romántica si, pero no en el sentido flan, si no el otro, el bohemio, el inspirador, el genérico. Venecia y el mar una pareja que de tanto andar de la mano y dormir abrazados podían ponerse de acuerdo para encontrarse en el mismo sueño.

Ni los mosquitos, ni el calor, ni el mal uso pudieron agotarle el tiempo o mermarle las ganas de mandar (lo es desde el año 452). No era sentimental, no había oído hablar del amor y no estaba en su temperamento inventarlo. Venecia que no comprende el alboroto por algo que sucedió hace tanto tiempo atrás necesita que la quieras por lo que ahora es y le ayudes a ser lo que será porque entiende que ese es el camino para regenerar amor. Y suspira ¡ay si me tocaras el corazón! Venecia un cuerpo dispuesto para su billonésimo abrazo.

Al marchar me pareció escucharla cantando "quédate a mi lado, quédate conmigo que si tu te vas yo me iré conmigo". Y es cierto aquí tengo la tengo, conmigo.

Y por si quieres empacharte de fotos aquí tienes un paseo interminable por Venezia.

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