Crónica de una victoria fea y deslucida
Por Javier Mtez de Zuñiga
Negro es el futuro que nos aguarda. Desde que el canal de televisión la Sexta comenzó sus emisiones, disponiamos de una ventana en la que a cualquier hora del día se asomaba una presentadora de un físico arrebatador, ya fueran los bustos del telediario, las conductoras de magazines de actualidad rosa o las compañeras de Wyoming. Pero de un tiempo a esta parte las tinieblas del desastre ensombrecen nuestras anhelos más mundanos; la malvada cadena Telecinco, tu cadena enemiga, se ha empeñado en arrebatar a la Sexta a lo mejor de su plantel periodístico: primero fue Sara Carbonero y sus hipnóticos ojos que tanto impacto causan. Ahora la última en caer ha sido nada más y nada menos que Pilar Rubio, una descarada reportera con unos ojos igualmente impresionantes y con dos orejas que también causan gran impacto entre la afición más masculina. Lo que la audiencia se teme es que estas dos profesionales se hundan con el resto de la nave en una cadena cuya deriva conduce irremediablemente al naufragio. Suerte que la masa embrutecida tiene otros cauces para dar salida a sus más bajos instintos: el fútbol, en dosis semanales que cada martes la Brújula Mecánica administra por vía oral a la afición y por vía rectal a la oposición.
Iban se frotaba las manos
En esta ocasión el más respondón de los jugadores, el guti de la Brújula que es Iban se desconvocó a sí mismo con la mezquina idea de facilitar una derrota de sus compañeros y evidenciar ante la prensa que su puesto en la medular es poco menos que imprescindible. Así que el escurridizo mediocentro se quedó en su casa con unos chaskis a ver el partido en el peiperbiu ese de golTV. Y mientras tanto el comité técnico trató de armar un conjunto con garantías para afrontar un partido lleno de incógnitas: recuperó a Igor para la punta, ese Higuain que los profes sacan a relucir cuando vienen mal dadas, insistió de forma contumaz en convocar al ortopédico y forzó a Luisma a jugar infiltrado hasta las axilas. El resto los argumentos de peso (y edad) de siempre: Pablo, Pardo y Abilio y su champú pantene.
El rival
La alegre chavalería del ciclo medio de comercio era la elegida para la ocasión. Un rival desconocido en esta liga que se presentó con un monton de gente que no se sabía si todos eran del público o eran jugadores o qué. Aparte de dos o tres jugones que la liaban con criterio, la mejor arma de los alumnos fue una delantera que no solo marcó gol sino que además sabía colocarse, no perdía un balón y la pasaba con criterio (vamos, el Pardo se penso cambiarla por el ortopédico). Y como siempre el físico, esa condición que atesora cualquier joven que no ha llegado a los veinte y del que ayer dieron buena muestra.
El partido
Mal empezaron las cosas para el profesorado; para cuando se dieron cuenta los alumnos ya ganaban de dos fácilmente, en un par de ataques terminados de forma simple y efectiva. La Brújula no daba una a derechas y desde el principió la defecó en todo lo que intentaba: pases malos, remates tristes y juego pésimo. A los profes les costó centrarse un poco y empezar a tocar, y así poco a poco fueron remontando esos goles.
Pero ya se sabe, los alumnos corren y la Brújula tiene el defecto de contagiarse del correcalles, fruto del cual llegan las imprecisiones y las precipitaciones de heces. Por suerte, ante el nulo olfato de gol de ortopédico surgió Igor que ayer se erigió en un auténtico killer del área, haciendo sombra al mismísimo Pardo que a duras penas pudo igualarlo en renta goleadora. Pese a jugar mal los profes se pusieron por delante en cuatro goles, y los alumnos, jugando mucho mejor pero terminando mal pudieron recortar distancias. Sin embargo el tiempo, ese juez que da y quita razones, jugó en su contra: a falta de veinte minutos para el final Muñiz Pardo decretó el final del encuentro y los profes ganaron con una cómoda renta de dos goles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario