miércoles, 17 de junio de 2009

Parafílic@s tod@s

El otro día casi fenezco frente al televisor, atragantado después de que se me apareciera un tipo que se decía pervertido por reconocerse estimulado por las mujeres altas, lo que definió como acrofilia. ¿Trastornado yo?, le espeté al sujeto, antes de precipitarme al ordenador a la ansiosa búsqueda de un desmentido de que esa preferencia pudiera considerarse una conducta sexual anormal, extravagante. Mi gozo en un pozo, pues tod@s estamos concernid@s por el proceloso mundo de las parafilias, los patrones de comportamiento sexual en los que la fuente predominante del placer no se encuentra propiamente en la cópula. ¿Que no me cree? Pues sepa que si siente atracción por los pies, las piernas o el cabello humano, siempre ajenos quede claro, tiene podofilia, crurofilia o tricofilia. O que si lo que de verdad le pone son los tacones de aguja o hacerlo en un automóvil -a poder ser estacionado-, lo suyo es altocalcifilia o amomaxia. O que si, por el contrario, no hay nada en el mundo que le pirre más que bailar pegado a su pareja, que le hablen en pleno clímax o la forma de fumar de alguien, igual se lo debe hacer mirar, en cuyo caso la Psicología le diagnosticará choreofilia, coitolalia o capnolagnia. ¿Que nada, que no se identifica con ninguna de estas inclinaciones? Pues desista, porque, salvo que proceda del mismo Marte, algo le excitará la contemplación de la desnudez en general (gimnofilia) o del vello púbico en particular (pubefilia). Conclusión primera: qué asco de nominalismo. Y segunda: amén a toda actividad sexual que se realice en privado, entre adultos y sin imposiciones. Que aproveche.

(Víctor Goñi en Diario de Noticias, 06-04-09)

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