En realidad, María -a quien se le llamó la Virgen- parió dos niños a la vez, dos gemelos.
Uno de ellos se convirtió en un chistoso trotamundos, gran aficionado a desdichas y dichos hasta el punto de que se labró, al azar de sus peregrinaciones, una cierta reputación de predicador. Pero lo olvidaron muy rápidamente.
Al otro le fue mucho peor. Acabó a la edad de 33 años, en la cruz, entre otros dos ladrones.
Pero curiosamente se le confundió con su hermano y la fama hizo el resto.
Jacques Sternberg, Contes glacés.
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