miércoles, 5 de septiembre de 2007

Du llu espic ingliss?

Ésta es una adaptación de una carta que escribió una señora al programa de radio de un conocido presentador para que el periodista la leyera en antena, en directo. La misiva no tiene desperdicio. Aclara conceptos, facilita datos curiosos y se aprende inglés, una lengua útil para el desarrollo empresarial, profesional y personal en un mundo global.

Desde que las insignias se llaman pins, las comidas frías lunchs y los repartos de cine castings, este país no es el mismo. Ahora es muchísimo más moderno. Antaño los niños leían tebeos en vez de comics, los estudiantes pegaban posters creyendo que eran carteles, los empresarios hacían negocios en vez de business y los obreros usaban fiambreras, no tupperwares. En el colegio hice aerobic muchas veces. Tonta de mí, creía que era gimnasia. Nadie es realmente moderno si no dice cien palabras en inglés al día. En otro idioma, todo suena mejor. No es igual decir vestíbulo que hall, ni inconveniente que handicap. No decimos bizcocho, sino plumcake; ni tenemos sentimientos, sino feelings. Sacamos tickets, comemos sandwiches, vamos al pub, practicamos el rappel y el rafting; hacemos camping y compramos compact discs. Los cambios de lenguaje han influido en las costumbres y mejorado nuestro aspecto. Las mujeres no usan medias, sino panties, y los hombres no utilizan calzoncillos, sino slips, y después de afeitarse se echan after shave. El español ya no corre -es de cobardes-, hace footing; no estudia, hace masters, y nunca logra aparcar, pero siempre encuentra un parking.
El mercado ahora es el market, el autoservicio, el self-service; el escalafón, el ranking, y el representante, el manager. Los importantes son vips; los puestos de venta, stands; los ejecutivos, yuppies; las niñeras, baby-sitters, y hasta nannies, si el hablante moderno es, además, un pijo irredento.
En la oficina, el jefe está siempre en meetings y brain storms, casi siempre con la public-relations, mientras la assistant emvía mailings y organiza trainings; luego se irá al gimnasio a hacer gym-jazz, y se encontrará con todas las de la jet, que vienen de hacerse liftings, y con alguna top-model amante del yoghurt light y el body-fitness.
El arcaico aperitivo ha dado paso a los cocktails. Ustedes, sin ir más lejos, trabajan en un magazine, no en un programa. En la televisión, cuando el presentador dice varias veces OK y baila como un trompo por el escenario la cosa se llama show; bien distinto, como saben ustedes, del anticuado espectáculo; si el show es heavy es que contiene carnaza y si es reality parece el difunto diario El Caso, pero en moderno. Entre medias, ya no ponen anuncios, sino spots, que son mejores y te permiten hacer zapping. Estas cosas enriquecen mucho. Para ser ricos del todo y quitarnos el complejo tercermundista que tuvimos en otros tiempos, sólo nos queda decir con acento americano la única palabra que el español ha exportado al mundo: la palabra SIESTA.

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