Una lluvia gris caía desde las alturas, atravesaba los edificios inertes y se precipitaba a los pies de la ciudad.
Llegó de repente, se depositó a mi lado y me invitó a invitarle a un café. Venía con la ropa arrugada y un violín bajo el brazo, la mirada indefinida y las alas marchitas.
Sus plumas se mezclaban con el polvo, y las barría el viento dentro de los callejones y sobre los tejados. Algunas de ellas golpeaban a la cara de los indigentes, con otras jugaban los gatos, algunas se confundían con las asquerosas palomas.
lovía, una lluvia gris que deprimía a los payasos. Allá arriba las estrellas, nosotros aquí a bajo, y yo en un mundo, con un ángel caído llorando sobre mi hombro.
Nuvishu en yoescribo.com
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