Será porque ha terminado el verano y uno empieza a recordar las vacaciones exóticas (de los demás). O será porque con el buen tiempo me vienen a la cabeza las ensaladas de estío. O será porque he leído algo que me hace evocar ciertas cosas. O vete tú a saber por qué.
El caso es que hay palabras que relacionan cosas muy diferentes. Y una de ellas es aguacate.
La palabra aguacate tiene su origen en Méjico (¡ay, Méjico lindo y querido!). En nahuatl, que es la lengua que utilizaban antes de que fuéramos a enseñarles cómo hablan los cristianos, se dice ahuácatl. Y ahuácatl significa 'testículo', evidentemente por la forma del fruto.
El caso es que llegaron los españoles, conocieron el fruto y españolizaron el nombre: aguacata, en un principio. Y les gustó tanto que también pensaron que era origen de abogado. Quizás porque algunos abogados demuestran tener un par de aguacates que se los pisan. O quizás porque confundieron a los abogados con los testigos; que la palabra testigo sí procede del latín testiculum, seguramente porque los testiculum dan fe de que uno es hombre y muy hombre.
Y así, el verano, la conquista de América, la ensalada, los juicios a Julián Muñoz y los atributos masculinos quedan perfectamente relacionados. Por cojones.
Este tipo de información, aunque no lo parezca, siempre puede ser útil.
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