lunes, 12 de enero de 2009

Israel, un producto de la política del imperialismo en Medio Oriente

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El desastre palestino de 1948 se extiende hasta nuestros días en los más de 5.000.000 refugiados palestinos que hoy siguen reclamando, desde el abandono y la miseria en la que subsisten, desde su resistencia y el mantenimiento de su conciencia nacional, su derecho al retorno.

Medio siglo después, la mitad de los palestinos siguen siendo refugiados. La resolución justa del problema, el reconocimiento de sus derechos inalienables al retorno sólo será posible con la destrucción del Estado de Israel, que sobradas razones tiene para no existir, porque nació sobre la sangre de cientos de miles de palestinos despojados (DESPUÉS DEL HOLOCAUSTO JUDÍO).

Es que, para Israel, la guerra expansionista es una tarea esencial para mantenerse en pie. En la medida en que la razón de ser del Estado sionista es LLEVAR AL "PUEBLO SIN TIERRA" A LA "TIERRA SIN PUEBLO", la expansión es indisoluble de su naturaleza misma.

En total, un 78% de la extensión de la Palestina histórica fue despoblada por la fuerza militar, ocupadas de inmediato sus ciudades por inmigrantes judíos procedentes de Europa y sometida a la creación del Estado de Israel. En sólo tres meses (febrero-mayo de 1948) se puso en marcha un proyecto meticulosamente programado para aniquilar la presencia de la población Palestina por medio del desalojo y de la destrucción física de sus pueblos y ciudades. En menos de un año de presión y violencia militarmente organizada, el sionismo convirtió la mayor parte de Palestina en territorio despoblado y a sus habitantes, los palestinos, en refugiados obligados a perder no sólo sus posesiones y su tierra sino sus derechos colectivos y nacionales como pueblo. El 15 de mayo de 1948, al término del Mandato británico en Palestina, más de la mitad de los palestinos (414.000) se habían convertido en refugiados y 213 aldeas y ciudades habían sido ya destruidas. Desde esa fecha hasta finales de mayo de 1948, otras 79 localidades fueron desalojadas y 86.700 palestinos más fueron expulsados, sumando un total de 500.700 refugiados.

Concebida como un proyecto estratégico, destinado a perdurar, la colonización de Palestina por el sionismo exacerbó el fenómeno colonial europeo en Oriente Próximo, al imponer mediante la fuerza militar la aniquilación brutal de todo un pueblo. Israel, como proyecto colonial inmerso en el entramado de los intereses europeos, primero, y norteamericanos, después, en la región tiene, no obstante, por la ideología sionista que lo sustenta, una característica definitoria mantenida después de 50 años de existencia: el SER UN ESTADO RACISTA BASADO EN LA EXCLUSIVIDAD ÉTNICA JUDÍA. Su autoproclamado lema de ser la única democracia de Oriente Próximo se revela así de todo punto improcedente en tanto que su creación y existencia están basadas en la exclusión del pueblo palestino y en la negación de sus derechos nacionales. Que el plan que el sionismo impuso en 1948 en Palestina sólo haya podido realizarse mediante la negación del derecho de otro pueblo, el palestino, a establecer su propio Estado en la tierra que habitaba ininterrumpidamente desde más de un milenio, ilustra la injusticia inherente a su proyecto.

El grupo dominante de origen occidental que constituye una minoría, rechaza la cultura de los judíos de Oriente Medio como una cultura no judía. La elite dirigente sionista tiene su concepción de Israel como una sociedad occidental que pertenece al Oriente Medio únicamente de una manera geográfica. Lo que más preocupa a los sionistas es que Israel se arabice. En función de esto no se escatiman esfuerzos para relegarlos a un papel secundario dentro de la sociedad israelí al mismo tiempo que se promociona al máximo la inmigración de judíos occidentales para compensar la situación numéricamente mayor de los judíos orientales.

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