viernes, 30 de enero de 2009

Buen provecho

El oteador


Lo que cada uno come es muy personal, casi íntimo, depende de múltiples factores; a saber: culturales, económicos, sociales, religiosos… Todos habremos presenciado dentro de una villavesa atestada cómo un niño pregunta a su madre qué hay de comer, la madre un poco incómoda, responde seria al niño “ya lo verás cuando lleguemos a casa” o “es sorpresa”. Eso se dice únicamente en el círculo familiar, pero lo que en un principio es algo de absoluta libertad individual se convierte en un acto que tiene su repercusión fuera de la mesa. Como en otros muchos asuntos se podría decir aquello de ¿dónde terminan nuestros derechos y empiezan los de los demás? Más aún cuando se influye en el sufrimiento de otros seres.


Navarra consume el doble de carne de lo recomendado (Diario de Noticias, 28 de octubre de 2006) según nutricionistas y expertos. Esto que a priori puede ser una noticia baladí, es más importante de lo que pensamos y tiene consecuencias indeseadas para todos. El consumo en exceso de carne es un problema porque:


1º No es bueno para nuestra salud. Una dieta saludable se debe componer básicamente de cereales, legumbres, verduras y fruta fresca, recomendando el consumo de carne y pescado unas tres veces a la semana intentando evitar las carnes rojas.


2º No es solidario con el resto de habitantes del planeta. Se estima que a nivel mundial el 50% del trigo, el 70% del maíz y el 95% de la soja se destinan a la ganadería. Si a esto se une que 1000 millones de personas en el mundo pasan hambre ¿no es a todas luces injusto?


3º No es beneficioso para el planeta. Se estima que para producir un kilo de carne hacen falta 1000 litros de agua más 100 kilos de cereal, cuando para producir un kilo de cereal hacen falta 100 litros de agua.


4º Causa sufrimiento a los animales, esto es obvio, y aunque la legislación ha mejorado, la mayoría de granjas industriales intensivas de animales, tiene a sus vacas, pollos, gallinas, cerdos… en condiciones de hacinamiento por una sencilla razón, rentabilizar al máximo las dimensiones de la granja.







La conclusión final es que con un simple gesto, reducir un poco nuestro consumo de carne, podemos mejorar nuestra salud, mejorar el medio ambiente y evitar en parte el hambre y el sufrimiento de otros seres en general. No se trata de hacerse vegetariano, aunque cada vez son más, sino de ser capaces de comprender la trascendencia de todos los actos que realizamos a diario. Ahora, el que termine de leer esto puede seguir igual con su dieta, buen provecho; lo hará sabiendo lo que supone para él mismo y para los demás. Otros pueden hacer aquello que dijo en su día Gandhi: “Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”.

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