Relojes, puertas y muelles

Tic, tac, tic, tac, llega la hora de hablar de ruidos, sonidos y palabras. Porque cuando hablamos, además de los ruidos raros que hace cada uno, utilizamos otros sin saberlo. Son las onomatopeyas: ruidos que se han convertido en palabras.

¿Has probado a cuchichear utilizando la palabra cuchichear, o a susurrar algo al oído de alguien? ¿Te has fijado en esa puerta que chirría o en el crujido de una madera o un hueso cuando se parte?

Los animales también tienen lo suyo: el perro hace guau, el gato miau y el gallo kikirikí (el nacional, porque el euskaldun hace kukurruku).

O no matopeyas o sí, hay un objeto que hace ruido y no sabemos muy bien cuál, o cómo, o qué. Así que propongo que nos lo digas (que nos lo escribas, que es más difícil todavía), como si fuera un concurso, un reto, una prueba, un examen o una manera más de pasar cinco minutos pensando en cosas distintas. Es posible que la respuesta más acertada o más original o más rara sea utilizada para algo o pase a formar parte del Diccionario de la Real Academia.

Y la pregunta es: ¿qué ruido hace el muelle? Piensa un poco. Hay muelles grandes, pequeños, oxidados, torcidos, estirados, en los bolis, en las camas, en las piernas ortopédicas... Reflexiona un momento y manda tu comentario. Exprímete el cerebro. Ya.