Yo había vivido durante largo tiempo en el más absoluto anonimato. Era una chica introvertida, huraña, exageradamente tímida, y con un aspecto físico tan lamentable q no me atrevía a salir afuera.
Sin embargo, empecé a madurar. Cada día que pasaba me sentía mejor, más atractiva, enérgica, espléndida y lustrosa que nunca. Y me apetecía conocer mundo, y que me conociesen. Fue cuando me decidí a eclosionar, a romper mi cascarón y asomarme al exterior.
Pronto me hice famosa. Notaba cómo todas las miradas se fijaban en mí y, por más que alguien - siempre hay alguien - quisiera restarme protagonismo, ahí estaba yo, pletórica, llamativa, reluciendo y triunfando.
Pero duró poco mi alegría. Aquel joven inmaduro no supo soportar mi éxito y , aun sin atender las prescripciones médicas, me reventó, y así acabaron mis minutos gloriosos. Y es que las espinillas no nacimos para ser personajes públicos
Mª del Carmen Calero García en www.clubcultura.com
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