lunes, 18 de abril de 2011

Religión y sexo

El diván de Sagra Máttikha

Parece difícil de casar lo espiritual (que no espirituoso) con la vil materia. Pero hay relación, y mucha. De hecho, unas cuantas palabras importantes del castellano, relacionadas con el sexo y su mundillo, tienen su origen en los nombres de dioses y diosas de Grecia y Roma.

Para empezar, podemos hablar, no de sexo, sino de erotismo, que procede del dios griego del amor Eros, a quien los romanos llamaron Cupido.

En Grecia, que de estas cosas del disfrute sabían mucho, tenían además de un dios del amor, una diosa: Afrodita. Tan importante que dio nombre a los afrodisíacos. Afrodita tuvo un hijo con Hermes, al que llamaron, naturalmente, Hermafrodito. Tan atractivo que la ninfa Salmacis se encaprichó de él y pidió a los dioses que no se separaran nunca. Los dioses se lo concedieron y así, a partir de un abrazo, surgió un ser hermafrodita, con ambos sexos.

El caso es que con tanta erótica y con tanto afrodisíaco, lo mejor es celebrar una bacanal, como las que se hacían en honor al dios romano Baco, que en realidad era el dios del vino, pero ya se sabe en qué terminan estas cosas...

Pero ¡cuidado! Con tanta orgía y desenfreno, existe el riesgo de adquirir alguna enfermedad de las que tienen que ver con Venus, o sea, venérea. (Esto es más probable que ocurra en viernes, que es el día de Venus).

En fin, cuando hayas terminado con todo lo anterior, es posible que te dé un poco de sueño y caigas en brazos de Morfeo (dios griego del sueño), sin necesidad de morfina. (Por cierto, Morfeo era hijo de Hipnos).

¡Hala, a rezar y a la cama!



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