Mi padre ha decidido que nos alejemos de la carretera. Quiere encontrar
los prados de los valles de su infancia. Dice que es probable que no
sirva para mucho, pero por primera vez en meses percibo una humedad
esperanzadora en sus ojos. Atrás queda la carretera mientras subimos y bajamos colinas y bosques quemados. Llegamos pronto. Y frente a su
pasado nos sentamos a recordar cómo pastaban aquí las anheladas vacas
flacas.
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